Cerro de Tequixtepec

Encontramos ahí una doble magia o una doble espiritualidad. Ahí se ubica un espléndido centro ceremonial de la época posclásica, con pirámides, plazas y ruinas de los conjuntos habitacionales de sacerdotes y dirigentes, todo construido sobre la cumbre aplanada del cerro, con vistas panorámicas hacia los cuatro puntos cardinales, sobresaliendo las cumbres nevadas de los principales volcanes de México: el Pico de Orizaba, el Popocatépetl, el Iztacíhuatl. 

Pero, además, en una de las grandes plazas ceremoniales, ahora se encuentran los cimientos visibles de la primera iglesia cristiana de Tequixtepec, construidos hacia 1550. En este lugar, la fe cristiana se ha unido y se mezclado con la religión y la espiritualidad prehispánica de los mixtecas, en el marco de un soberbio paisaje de altas montañas. 

Viviendo durante muchos siglos en un centro irradiador de alta cultura, con importantes santuarios de espiritualidad tales como el construido en Cerro de la Caja, en el Cerro del Zacate Amarillo y, finalmente, sobre el Cerro de Tequixtepec, los tequixtepecanos, desde el inicio de su conversión cristiana, han trabajado en la construcción y embellecimiento de su templo parroquial, dedicado inicialmente a los patronos San Pedro y San Pablo. 

Durante los años de la Revolución Mexicana, Tequixtepec fue federalista y sufrió muchos atropellos de Carrancistas y Zapatistas, al punto que el 28 de mayo de 1914 todo el poblado fue reducido a cenizas por el general Mucio Bravo y sus huestes zapatistas. El templo fue profanado. Los habitantes quedaron en la miseria total y sufrieron años de hambre. A la violencia reinante y al tormento del hambre se sumaron pestes y epidemias de tifo y luego la gripe española en 1918. La población fue diezmada y muchos paisanos emigraron. En medio de tantos desastres, durante los Ejercicios Cuaresmales de 1918, el pueblo decidió ponerse bajo la advocación de El Señor del Perdón, fijando su fiesta en Segundo Viernes de Cuaresma. El templo parroquial, un valioso monumento colonial con muy bella decoración interior, se convirtió en el Santuario del Señor del Perdón. A las plantas de este milagroso Cristo, miles de peregrinos acuden cada año, especialmente durante su fiesta del Segundo Viernes de Cuaresma.