El Señor del Perdón

Hacia 1900, la población del pueblo de Tequixtepec era de unos mil habitantes, de los cuales casi 90% hablaba español y solamente 10% mixteco. La mayoría de los pobladores vivía de la agricultura, el tejido de palma o la pastura de ganado menor y mayor.

En el templo, junto a las imágenes de los Patronos San Pedro y San Pablo, estaban también dos esculturas de Cristo, el Señor de los Trabajos y el Señor del Santo Entierro, ambas llegadas, posiblemente de España, hacia 1650. Estas imágenes se veneraban particularmente durante la Semana Santa. 

En el año 1910 comenzó la Revolución mexicana y el levantamiento llegó también a la Mixteca; como Tequixtepec apoyaba al gobierno federal, los revolucionarios lo consideraron un pueblo enemigo. El 6 de febrero de 1913, el zapatista Miguel Mendiola sitió Tequixtepec y demandó la cantidad de 5,000 pesos, con la amenaza de quemar el pueblo y matar a la gente si no se le entregaba el dinero. Las autoridades visitaron las casas, fingiendo que recogían el dinero, pero en realidad organizaban un contra-ataque. Al mediodía, los vecinos se reunieron en el palacio municipal, donde estaban los zapatistas, mataron a su líder y forzaron a los demás a retirarse. 

Un año después, el grupo regresó para vengarse. Otra vez el pueblo resistió e hizo prisionero a su cabecilla, Rafael Navarrete. Con todo y que su esposa imploró su perdón, las autoridades de Tequixtepec lo enviaron a Huajuapan de León, donde fue ejecutado. Finalmente, el 27 de mayo de 1914, los zapatistas, bajo el mando del revolucionario guerrerense Mucio Bravo, tomaron el pueblo.
Más de quinientos hombres atacaron y quemaron todas las casas, forzando a los habitantes a refugiarse en los cerros. Robaron el maíz, el ganado y los ornamentos de la iglesia. 

En agosto, cuando llegó el nuevo párroco, no encontró nada excepto ruinas, montañas de cenizas, árboles quemados y desolación. Todo el ganado había sido robado. Después del ataque, los vecinos de Tequixtepec se quedaron seis meses en los cerros, temiendo que los zapatistas regresaran a matarlos; sólo poco a poco regresaron a reconstruir el pueblo. 

Durante los siguientes cinco años, sufrieron hambres y epidemias de tifoidea e influenza española. Aunque no se cuenta con documentación precisa, en Tequixtepec la enfermedad mató a cientos de parroquianos. Ante tantos desastres, los fieles de Tequixtepec creyeron que la sobrevivencia del pueblo dependía de la intervención divina y buscaron la manera de persuadir a Dios para que se apiadara de ellos. 

Según la tradición, a inicios de 1919, una mujer -probablemente Virginia Perpetua viuda de Hernández, presidenta de las Hijas de María-, tuvo una visión. Afirmó que si clavaban la imagen del Cristo del Santo Entierro en una cruz, lo ponían en el altar central de la iglesia e imploraban el perdón por sus pecados, Dios terminaría con el sufrimiento del pueblo. Lo llamarían el Señor del Perdón. 

Debido a que el nuevo culto estaba basado en tradiciones de la parroquia y abrazaba un nuevo espíritu de arrepentimiento y misericordia, la jerarquía eclesiástica lo aceptó rápidamente. Durante la segunda semana de Cuaresma de ese mismo año, después de unos días de ejercicios espirituales, el padre Daniel Salazar acordó institucionalizar una celebración para el nuevo Cristo del pueblo y organizó una procesión con la imagen "con el esplendor más grande". 

Como en esos años se iba terminando la Revolución, la nueva fiesta del Segundo Viernes de Cuaresma se volvió cada vez más popular. Muchos atribuyeron al Señor del Perdón el fin de la violencia revolucionaria. En 1921, el clero local acordó bendecir la nueva imagen, organizó una misa de tres ministros y nombró a los padrinos para la ceremonia de la bendición. Los creyentes llegaron de los pueblos colindantes, hubo fuegos artificiales, música con tres bandas y, según el Padre Salazar, "mucha piedad fue testigo de esa Bendición". Durante el siglo XX, la reputación de la imagen aumentó. Miles de peregrinos asisten a su fiesta del Segundo Viernes de Cuaresma, cada año, desde distintos puntos, como el Distrito Federal, Puebla y los Estados Unidos. El más importante promotor de la devoción al Señor del Perdón, ha sido un sacerdote nativo de Tequixtepec, el P. Agustín Cisneros Cruz. Imagen del Señor del Perdón.



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